De repente el ojo queda detenido en un objeto, digamos un pájaro que está tendido en una rama oscura; él está allí, silencioso, mientras mis ojos lo miran. Lo recorren. Piensan en la forma en que se transforma el espacio con un simple parpadeo. Por ejemplo, si de pronto el pájaro alzara el vuelo y se perdiese en la inmensidad, detrás de todo eso, qué habría detrás de todo ese vacío que representó la huida de esa ave. ¿Mis manos escribiendo y temblando mientras escriben, qué exactamente? Ese paisaje, ese en el que los dedos teclean apresuradamente para no perder la imagen, también se diluye, se transforma, acontece, acaba. Y el vacío. Aunque no haya un pájaro tendido en el fondo del patio, en la rama oscura, latiendo, viviendo.

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