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Mostrando entradas de octubre, 2012
Un domingo enrevesado. Desayuno en la cama, mientras miro una peli cursi que disfruto. Me anima a comenzar el día. Café muy caliente que cae en el edredón: mi cama es un paraíso de cafeina. Menos mal que no tocó a Clarice y su Agua Viva. Agradezco esta sensación de pequeña plenitud, a pesar de que los últimos días fueron tan oscuros y tristes. A veces un instante a solas puede iluminar más que una vida entera. Quererme sin preguntas ni respuestas. Descansar la cabeza en la almohada y organizar los poemarios viejos, sucios y anónimos. También todo eso es mío. Ahora a darle forma para lanzarlo al vacío del mundo. Un domingo que atraviesa una línea sombría: mi rostro aún sin lavar, ojeras y lagañas visibles al mundo. El pelo enmarañado, la cama y el desorden del siglo. Hoy es domingo y hay que disfrutarlo. 
Aproximarme a la biblioteca y pensar cuáles libros debería cargar conmigo para siempre. La tonta lágrima se derrama al iniciar el acto del sutil acomodo: primero me llevo a Clarice, eso no hay duda, pero luego se arriman otros rostros, otras voces tan queridas, que la piel se eriza de pensar en elegir algunos y descartar otros. Junto los catorce libros de Clarice y hago un montoncito, un cuadrado donde ella existe y respira y es muy mía para siempre. Mirar de cerca la biblioteca, pequeño rincón íntimo, y querer llevarla toda conmigo. Los viajes y los libros no pueden ir de la mano, pareciera existir un imposible entre estos dos, y la obsesión mía por juntarlos, hacer lo posible porque ellos funcionen de la mano. Aproximarme a la biblioteca y permitir el llanto desbordado, la voz detenida, la angustia por no saber cuándo es el momento de recoger la siembra.
Corazón negro como roca muerta
al fondo donde todo es grisáceo corre un agua salvaje que lo inunda todo  y a todo lo hace fértil allí crece una casa que es muy mía su rincones carcomidos por las ratas el espejo que es signo de abandono ese rostro tierno ya no existe ni de frente ni de perfil solo cuando tomo una vela y las manos hacen fuego iluminando el interior de estos huesos los señalan, los invitan al convite con el cuerpo mucho más al fondo el patio de cuatro paredes insiste en merodear el sueño del hombre que duerme solo mucho más atrás crece la muerte pero mucho más adelante se está gestando la vida
y vino la lluvia, tardía, y empapó todo quedé llena de humedad lágrima tras lágrima mías qué hago con esta inmensidad ¿cómo la transformo? tanto diluvio y las manos se tornaron gruesas se miraron confundidas y se dijeron al oído "esta piel ya está muerta" y comezaron a arrancarse la cáscara era de pronto un rasguño de dedos desatados y locos un abrir y observar de cerca el hueso roto la profundidad partida las tijeras a un costado cual si fuesen el instrumento perfecto para cavar entre la carne en busca de la ansiada belleza .....