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Mostrando entradas de abril, 2009
Caracas, 29 de abril. Oscuridad, sombras, delirio. Todo eso se cierne sobre mí y no me deja respirar.

Que descanses en paz, Vampiresa.

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CUANDO COMPRE UN ESPEJO PARA EL BAÑO... Cuando compre un espejo para el baño voy a verme la cara voy a verme pues qué otra manera hay decíme qué otra manera de saber quién soy. Cada vez que desprenda la cabeza del fárrago de libros y de hojas y que la lleve hueca atiborrada y la deje en reposo allí un momento la miraré a los ojos con un poco de ansiedad de curiosidad de miedo o sólo con cansancio con hastío con la vieja amistad correspondiente o atenta y seriamente mirarme como esa extraña vez-mis once años- y me diré mirá ahí estás seguro pensaré no me gusta o pensaré que esa cara fue la única posible y me diré esa soy yo ésa es idea y le sonreiré dándome ánimos. DECIR NO... Decir no decir no atarme al mástil pero deseando que el viento lo voltee que la sirena suba y con los dientes corte las cuerdas y me arrastre al fondo diciendo no no no pero siguiéndola. DESPUÉS Es otra acaso es otra la que va recobrando su pelo su vestido su manera la que ahora retoma su vertical su peso y despué

La sombra II

todo lo que rodea a este cuerpo no es más que una sombra larga y maligna casi corpórea ante el espejo se vuelve rostro y ambas nos encontramos cara a cara a la espera de que alguna de las dos saque un cuchillo y corte a la otra al borde del corazón para que desaparezca tampoco quiero que abra su boca y me muerda como un gran animal dejándome las marcas del miedo y la tristeza sólo quiero besar la muerte todas las noches antes de extinguirme

I

como el fenix el cuerpo desecho vuelve a tener rostro y el pájaro escondido entre mis senos alza el vuelo hacia la oscuridad mi boca por fin maldice

La sombra

la sombra en el espejo vuelve a diario con puñal en mano a ver cuál de las dos sobrevive

Esa mujer

esa mujer me observa como si su cuerpo se reconociese en el mío y me devorara

Rescatado

un cuerpo indeleble transpira y sumerge el violento miedo en las aguas del leteo qué hace una mujer a las dos de la mañana escribiendo sin parar los miedos de su memoria por qué escribe rozando la serenidad de la noche despertándola de su gran sueño por qué calla la palabra en la boca como si esa ranura ocular fuera a devolverle la sonrisa y como si ese cuerpo fuese algo más que un simple bosquejo casi como aquella casa deshabitada que mira al mar