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Mostrando entradas de septiembre, 2008
yo era un cuarto oscuro donde nacían moscas y temores inauditos un cuerpo en blanco aún sin escribir siempre tiritando de mis pechos crecía una patria marcándome la piel y un pequeño limbo me sostenía. el cuerpo era un trasfondo un dolor punzante depositado en mi vientre un gran martirio nacido del pasado inentendible. yo era una hecatombe encendida mis ojos eran una esperanza irrepetible mezclados con la hojarasca del día. y la escritura era un cuerpo caliente despertándose a diario entre mis manos.

Juanele

Las sierras, 4 de septiembre. No tengo la voz de pájaro. Sólo conozco el vuelo imaginario. No está permitido leer a Juanele en voz baja. Porque toda su palabra es un inmenso río que canta la memoria del poeta. Siento que la voz grave hace más honda la pérdida. Leo su libro y un gran río desciende lentamente por mi garganta. Un dulce canto que podría ser el Paraná de Ortíz. Un río que crece agolpadamente por todo el cuerpo. Yo soy un río que habla y escribe sobre lo que sufro. Yo soy un pájaro el cual se posa en las torrentes del río. Yo soy un pájaro que vive dentro de las profundidades del Paraná. Un gran río me circunda las sombras. ¿Por qué la palabra no besa sino que sólo inunda de miedo? Juan L, sos un río y un pájaro que canta en mi corazón.
Escribir desde dónde y para quién. Yo sólo sé escribir para mí. Sólo sé anotar borradores pensando en lo que detallaré luego de la siesta. Escribo para mí, siento conmigo, abrazo mi cuerpo con la idea de mezclarme con todo aquello a lo que temo. Escribir para otros no me hace falta. Por eso soy muda. Por eso no recito. Por eso detesto la exposición. La verdad es que sólo sé escribir de esta forma Si a los otros les gusta yo, encantada.

Cosillas interesantes.

Alejandra No puedo dejar de nombrar a Alejandra Pizamik, porque Alejandra era la cultora de la noche. Una noche con Alejandra terminaba cuatro días después. Con ella hemos batido records de permanencia despiertos. Yo tenía toda la energía de la adolescencia y ella estaba despidiéndose de esta vida, porque ya no le interesaba el achanchamiento de la Argentina de ese momento. Yo creo que ella fue un crimen perfecto, como mucha belleza que ha muerto suicidada. Se dio que se tenía que morir o morir, porque no podía vivir más. Y la patria que encontró, su patria nocturna, era justamente el único momento en que estaba en paz, porque no se inmiscuían en su secreto mundo. Entonces las noches con ella pasaban tipo una semana de noche eterna que era más allá de la noche y del día, porque dormíamos de día, de noche vivíamos, Ella escribió el libro Las palabras y las noches, que habla también del peso de lo nocturno. Estábamos en su casa y decía: "Los viejos de arriba me molestan". Por
en lo oscuro la palabra toma cuerpo te abraza el nombre y acurrucándose en tu boca te parte el verbo

Algo maloso

Desde el silencio sube una brisa corporal que se extiende sobre el césped de octubre esta brisa posee una corporeidad latente que al contacto con la palabra el cuerpo se esfuma atravesando mis manos muertas ¿Dónde entonces depositar esta tristeza? ¿en el ancho de esta cama insulsa? ¿al borde del papel escrito, el cual incipiente roza aquello ya dicho? Desde el silencio puedo descubrirme ya no aparento esa sensibilidad inocente, sino que este rostro fue tornándose oscuro. ¿más aún que el miedoso rostro infantil? sí, aquel rostro era adormecido; éste es sufrido. Desde el silencio escribo todo lo que puede soportar el corazón.

La noche sobre mí

toda la oscuridad baja y me atraviesa se balancea dentro de mí temo a la noche por esa asonancia secreta con que sus palabras tejen los hilos de mi muerte.
Como si fuese un pájaro, vuelo desde el corazón de esta montaña al punto más alto del firmamento. Abro mis alas. Descanso. Reposo mi cuerpo y me siento a mirar mi memoria. Todos los pájaros vuelan alrededor de mí. Yo los observo en su aleteo triunfal, mientras sigo mirando mi propio horizonte. Todo aquello que veo en este instante puede cambiar de forma ante mis ojos. El cielo puede tornarse rojizo si el crepúsculo se acerca bajito y susurrando. Yo, tal vez, esté observando un horizonte que aún no existe.