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Mostrando entradas de marzo, 2010
hacer moldes para que quepa el cuerpo entero, frágil y elástico en este abismo que lo llene que abarque el miedo la soledad y el abrazo roto que no deje marcas de desiertos en ningún margen y que de pronto a este destino lo sienta mío
Nadie había enseñado al hombre esa complicidad con lo que sucede de noche, pero el cuerpo sabe. Las cosas corrían un poco, felices fuera de tiempo. Él no se preguntó si el milagro era el agua que lo encharcaba hasta la saturación o el camión bajo el garaje de lona, o la luz que se evaporaba de la tierra y de la boca iluminada de los perros. Como un hombre que llega, ahí estaba él, exhausto, sin interés ni alegría. Estaba envejecido como si todo lo que pudiese ser dado ya llegase demasiado tarde. Clarice Lispector "La manzana en la oscuridad"

Luz Machado

Comparto con ustedes un nuevo descubrimiento. Lástima que sólo encontré dos poemas de ella. Si alguien sabe dónde puedo conseguir más poemas de Luz Machado, no duden en avisarme. LA CASA POR DENTRO La casa necesita mis dos manos. Yo debo sostener su cal como mis huesos, su sal como mis gozos, su fábula en la noche y el sol ardiendo en mitad de su cuerpo. Deben dolerme las cortinas y sus gaviotas muertas en el vuelo. Conmoverme el jardín y su antifaz de flores dibujado, el ladrillo inocente acusado de no haber alcanzado los espejos, y las puertas abiertas para las recién casadas con su rumor de arroz creciendo bajo el velo. Debo atender su réplica del universo, la memoria del campo en los floreros, la unánime vigilia de la mesa, la almohada y su igualdad de pájaros dispersos, la leche con el rostro del amanecer bajo la frente con esa yerta soledad de una azucena simplemente naciendo. Debo quererla entera, salida de mis manos con la gracia que vive de mi gracia muriendo. Y no saber, no s
este cuerpo no reviste ni viste de luz se aquieta en las tardes y calma el susurro de muerte aterido frente al espejo a veces no quepo en su urdimbre y juega mi boca la danza del crepúsculo tiene esa marca despiadada del silencio posee esa sombra anochecida e inviolable que lo duerme todo y apaga hasta el nombre