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Mostrando entradas de septiembre, 2009

Primavera.

Caracas, 21 de septiembre. Día de la primavera. Allá. En el sur han comenzado a crecer las flores, y los árboles se vislumbran reverdecidos. Las calles comienzan a tener otros rostros. Las personas caminan y miran los árboles, el césped, las flores que están por retoñar, mientras los niños juegan a la vida. Quiero salir a caminar por esas calles. Pero esta distancia es tan real, que puedo tocarla. La escribo en voz alta, aunque la letra se plasma en un silencio nocturno. Quisiera yo estar allí entre esos árboles, mate de por medio, mirando el cielo de Córdoba. La nostalgia agoniza a pocos días de que mi avión aterrizó en Caracas. Siempre me sucede lo mismo: antes y después de regresar. No hace falta escribir sobre la primavera de Córdoba. No sirve escribir sobre una estación que está allá, del otro lado, mientras yo la nostalgio desde este otro. Sólo serviría si aún estuviese allá, de incógnito, y muy a pesar mío, pudiese atravesar cada árbol, y pudiesen ellos quedarse en mí, para siem

Feria del libro 2009, Córdoba. Argentina.

Volvió, con un suspiro de saudade que le muerde la garganta.

Pliegues en la feria

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Hoy recito por primera vez y me tiemblan las piernas.

Saudade

Saudade es un poco como hambre. Sólo ocurre cuando se come la presencia. Pero a veces la saudade es tan profunda que la presencia es poco: se quiere absorber a la otra persona toda. Estas ganas de uno ser el otro para una unificación completa es uno de los sentimientos más urgentes que existen en esta vida. Clarice Inspector "Revelación de un mundo" Hidalgo, 2008.
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Vuelvo del sueño con una rareza en la boca muy extraña, tan ajena que casi se torna invisible ante los ojos. O quizás aún duermo y no lo sé. No entiendo mucho acerca de la noche y sus misterios. Sólo sé lo que produce la noche en mí: muerte, espasmos, sueños turbios, que quisiera dormirme toda la vida en esa sensación de crepúsculo. Escribo a la noche desde otra oscuridad: la propia.
Recuperar aquello que fuimos algún día cada uno en los brazos del otro sentir nuevamente el amor enredado en la mirada en el verbo de manera feroz casi como ese corazón que entre tu cuerpo y mi cuerpo aún no ha dejado de latir
Llueve dentro y fuera de mí pero esta vez el agua posee otra intención: la de purificarme el alma a través de la palabra Escribir será por fin una fiesta.
Sueño con lugares de sanación.