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Mostrando entradas de agosto, 2009
Bien sé yo que si trepando la escalera del número 303 se hubiesen asomado todos ellos a la habitación de Adán Buenosayres, la presencia del héroe dormido les habría inspirado un generoso silencio, máxime si hubieran sabido que Adán, vuelto de espaldas al nuevo día, desertor de la ciudad violenta, prófugo de la luz, al dormir se olvidaba de sí mismo y olvidándose curaba sus lastimaduras; porque nuestro personaje ya está herido de muerte, y su agonía es la hebra sutil que irá hilvanando los episodios de mi novela. "Adan Buenosayres" Leopoldo Marechal

I

Vuelvo de una noche que no fue más que un sueño oscuro, un remolino de ir y venir de forma constante. Sueño que tengo un cuerpo habitado por la noche, un cuerpo que muge, que grita, y que ansía que alguien lo replete, lo bese, lo habite de la única forma en que puede ser un cuerpo habitado. Vuelvo de una noche carente de entusiasmo. La distancia de esta boca que habla con la palabra misma es de cuatrocientos kilómetros a la redonda. Mi boca pronuncia, emite sonidos, pero siempre en sueños las palabras son pájaros que se liberan, que surgen de mí, y que salen desprendidos hacia otros. Mi boca sueña que puede decir palabras que cambian realidades pero en el sueño la realidad es la misma; porque hay alguien que sueña y siempre soy yo. Por eso necesito buscar espejos en los sueños para mirarme en ellos y reconocerme. Porque a veces sueño que soy otros. Vuelvo de la noche, habitada y taciturna.
Esa oscuridad que avanza apenas como un súbito temblor de boca, casi como un párpado del rostro que nos mira desde esa otra sombra, también maligna, pero ferozmente hermosa. Esa sombra tan huraña y ajena que nos duele en el cuerpo, esa que atraviesa con furia el camino pedrogoso sólo para arrancarme del sueño y besarme los ojos grandes; sólo alarga su cuerpo y me toca, y me dice palabras al oído que dicen mucho más cuando se pronuncian entre murmullos. Esa oscuridad que es apenas entendible, esa que entra raudamente y rompe con todo lo acordado, está aquí hoy sentada a mi mesa.

Hurgando borradores

Tengo una sequía que para qué contarla. Mejor hago silencio. Estoy segura que la palabra comenzará a oírse como un gran tambor dentro del cuerpo. Cuando quiera hablar, no resistirá la tentación al murmullo. Entonces yo tendré otra razón para enfrentarme una vez más con el simple y llano papel en blanco. Total el masoquismo ya forma parte de mi personalidad.

Un poema de Juanele.

SÍ, MI AMIGA... Sí, mi amiga, estamos bien, pero tiemblo a pesar de esas llamas dulces contra Junio... Estamos bien... sí... Miro una danzarina en su martirio, es cierto, con los locos brazos, ay, negando la ceniza y el crepúsculo íntimo... Estamos bien... Cummings que se va, muy pálido, al país que nunca ha recorrido, mientras Debussy enciende el suyo, submarino... Estamos bien... Pero tiemblo, mi amiga, de la lluvia que trae más agudamente aún la noche para las preguntas que se han tendido como ramas a lo largo de la pesadilla de la luz, con la vara que sabes y la arpillera que sabes, en las puertas
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Acá soy feliz

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Mi querida Córdoba, ¡cuánto te extraño!

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De una manera extraña siempre necesito volver a vos, Córdoba linda. Siempre vuelvo, a pesar de que no hayas sido precisamente la ciudad que me acunó entre sus brazos. Y siempre que vuelvo, no me quiero ir, siento que el corazón quiere plantar bandera en ese lugar, porque allí fuimos muy felices los dos.
estoy en esa condición de mujer silente que no sabe que ya no tiene las ganas necesarias para tomar la pluma y el papel y arrojarse en ellos como si de un mar se tratara casi innombrable casi yerta estoy en ese estado de no saber cómo expresar tanto miedo tanto miedo a la muerte del amor tanto miedo a la muerte del cuerpo estoy en esa condición de pérdida leo libros, hojeo revistas, de vez en cuando escribo un par de poemas pero mi mente no está allí es como si ambas nos hubiésemos desprendido de este cuerpo y cada una está en otro lado viviendo cosas diferentes hablando idiomas inentendibles para la otra casi como si alguna de las dos estuviese muerta sepultada en alguna otra tierra que no es ésta precisamente estoy en un estado de coma literario.
escribir con qué lenguaje toda la palabra esa que urge por salir que ruge que muge que araña encendida las paredes de esta boca que ya no dice mucho porque no sabe distinguir las buenas palabras de las malas y que simplemente se acuesta a la hora de la siesta en espera de que alguien venga sigilosamente y al oído le diga grandes verdades
mi boca es un animal somnoliento casi inútil que duerme en mi lengua sus palabras comulgan sobre una terrible lucidez y para evitar la ceguera o el silencio impreciso abre la puerta a su soledad
volver o no volver hacia el origen ese que nos duele y nos arranca del abismo interminable de sentirnos solos y desprotegidos en toda la tierra