ii
No puedo enumerar todas las formas de dolor con las que lidié. Dolores estomacales muy agudos que subían lentamente por el cuerpo hasta explotar en la sangre el factor augurios; dolores del tipo abdominal que arañaban los músculos, para liberarse de la cárcel corporal; dolores llenos de fiebre, encanto y misterio que mordían mi boca con la intención de herirme y dejarme tendida en una cama húmeda. Finalmente tuve los peores dolores: los dolores por no poder hablar. Creo que ese dolor aún lo llevo conmigo, agazapado en la espalda y en la boca.