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Selva Roja

No he sabido medir con cuidado la intensidad con que la mano escribe o muerde al que ama. En el cuerpo ha comenzado a crecer una espesura con la que podría romper cabezas de ganado. Pero solo he aprendido a cortar naranjas y a sacar gajo por gajo su dulzura. Dentro nace, noche tras noche, una redada en contra de mí misma. El cuerpo palpita cual si fuese un engranaje a punto de estallar, sin embargo, se acostumbra a su naturaleza salvaje. Algo se orquesta al momento en que cavo con las manos dentro del cuerpo para entender dónde se esconde la maleza. Dónde su vértice de acero y su voz de ventrílocua. No he podido demostrar que una selva es mucho más que un terreno oscuro. Sé muy bien que un pez podría morder la trampa que he erigido en el trabajo constante de besar diente con piedra,  y ahogarme en mi propia red. Entonces miedo. 
Ábrete cuerpo y hazte piedra que choque contra la flor. Nunca piedra contra piedra. Siempre soltará chispa y aquí dentro necesitamos dejar de navegar. La costa que nos ampara es, también, ésa que nos arroja, una vez más, mar adentro. Cuando busques sombra no saques los trapitos a la hora del sol del mediodía. Cuando busques paz, duerme profundamente debajo de la uva de playa más cercana. Di el nombre más rotundo que tengas en tu boca. Deja que crezca el sabor amargo de la palabra adiós y recoge el equipaje.
De la pelea aprendí que aquello que estalla nunca más se percibe en su forma original todo se reduce a la pregunta: ¿Cómo se reconstruye un jardín luego de la guerra? ¿Adónde se llevan los cadáveres que uno encuentra en el camino? la muerte arrasa con todo lo más hermoso de la vida y deja el vacío que forja la pelea entre los hombres padres ven a sus hijos morir en batallas el miedo adquiere coraje uno se pregunta una vez más qué hizo mal o por qué hizo aquello que hizo o por qué la palabra se convirtió en puñal con el que atravesar al otro a ese que nunca fue tu enemigo y al que deberías amar a ese que nunca debería haberte hecho daño y sin embargo accedió y la casa tomó forma de encierro de maldito encierro la guerra comenzó a instalarse en los corazones los cuerpos comenzaron a mirarse con desprecio el amor se apagó como si alguien hubiese soplado una vela y en la oscuridad todo se tornó distinto De la pelea aprendí que si alguien quiere

Escritura posterior al sueño

Ahora resulta que el sueño está dirigido a un punto impostergable, algo debe decirse para que el agua siga su curso, sin embargo, quien duerme envía a un mensajero que se pierde en el camino. Y todo vuelve a empezar: el cuerpo de la muchacha hace sombra en un costado de la cama, se revuelve su cabello, los ojos están extintos de tanta lumbre oscura. De pronto amanece y no se reconoce.
mi madre, la llorona se tiende en mis hombros deja su dolor y el nombre de mi padre deja caer su atormentada cabeza en mi cuerpo espera que la abrace su boca permanece muda ha perdido el sabor de la palabra yo, la hija predilecta me llevo en los hombros a este otro padre lo arrastro por las calles oscuras lo beso para perdonarlo
a veces sueño que estamos vivos con ganas de pelear pero al tomar las armas la muerte toca nuestro hombro y obliga a devolvernos una vez más hacia la oscuridad es hora de reconocer quién es el enemigo y mi mano te señala la vida es este momento tiempo de soltar la soga que tensa tu cuerpo y mi mano hora de detener el reloj de la espera las palabras con aroma a pólvora y la guerra que respira sobre nuestro cuello resta balbucear el odio aceptar que tenemos en la boca la maleza

Eco

resuena en mi oído la palabra amor resuena en mi oído la palabra, amor