hay algo perverso en la acción
de hincar el diente
abrir la carne
y detenerse a observar
adentro
este otro cuerpo y su llanto compungido
el sexo: boca abierta que tiembla
y no cesa de pedir
pero qué necesita
¿que mi piel se acostumbre a este hastío?
no quiero
no quiero creer en la dulce mordedura
de ese otro
de ése que no se sabe más que el nombre

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hermoso y triste poema, Verónica. Morder una carne sin identidad...Pedir más de esa carne anónima. Muy bueno de verdad.
Luis de Suspendelviaje
Verónica Cento ha dicho que…
Gracias Luis,

Saludos.

Entradas populares de este blog

Alborada

Fragmentos de Antonia Palacios