Oscuro follaje del cuerpo. La luminosidad sopla como una vela encendida. El fuego se apaga pero queda arañando mis dedos. Me duele tanto más en el vientre desde que el ardor se ha extendido hacia esta piel. Oscuro follaje es el cuerpo. Follaje que resguarda nombres de cosas que aún no entiendo en mi vida. Un reino. Una casa perdida. Una larga pesadilla donde un hermano pronuncia maldades y desata con sus palabras el peor dolor. Y dentro del sueño lloro desconsoladamente, lo abrazo y le reclamo: ¿adónde te fuiste?. Oscuro follaje es su cuerpo. Misericordia, a él le falta tanta misericordia que escucharlo hablar, espanta. Tapo mis oídos para no escuchar el sufrimiento. Oscuro follaje era esa casa. Todos nos fuimos con una parte de esa oscuridad, invisible de pronto para los demás, pero resistente. Y ante esta distancia, también yo he cargado con esa negrura, con la sombra de la que pudo haber sido una casa pero siempre fue un desierto. Socorrida por nadie. Todos huimos, desesperados, casi todos. Se quedaron los más fuertes y desesperanzados. Los hombres de la familia.
Tobías
La luz, que ingresa por la ventana, mueve el mundo didáctico y emotivo de mi hijo Tobías. Parlan las manos sobre el papel. Nada es tan importante como entender que los sonidos están quietos sobre el agua. Aunque una quiera moverla, alterarla, ella está silenciosa, como abstraída de su entorno. No sabe decirlas, pero intenta, suelta “lenguaradas”, transforma un perro en guau guau. La música de fondo larga destellos de felicidad, de armonía, como si la vida fuese ir de compras de la mano de alguien a quien uno ama.
Comentarios
Bella descripción y final; hasta sugiere una historia a contar a partir de allí.Besos.
Gracias Javier, un abrazo.
!