yo sé que llorar sólo apacigua un tercio de todo el dolor
ahogado aquí, nacido acá, en este recio cuerpo
pero no dejo de aspirar
a que un día
un gran llanto precipitado
sepa traducir, comulgar y redimir
el gran laberinto que me niebla
Alborada
i qué habrá sido del hombre que me mordió la boca hasta sangrarme ii no sé mi nombre de memoria porque siempre me olvido aquél que tiene olor a infancia iii soy una mujer dolida sin nombre me contemplo ante el espejo y ambos nos descubrimos huérfanos iv he caminado por los jardines más esplendorosos pero nunca como esa mañana en que vos y yo conocimos la ternura. v te vi y algo en mí te pronunció bajito vi tu nombre me recorre el cuerpo tu cuerpo me recorre el nombre vii mi palabra es un gran árbol que echó raíces en tu nombre
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Volvemos a lo del llanto...seguro serán reivindicadas tus lágrimas. El diluvio pasará. La obnubilación no puede ser eterna.
Un abrazo.