yo sé que llorar sólo apacigua un tercio de todo el dolor
ahogado aquí, nacido acá, en este recio cuerpo
pero no dejo de aspirar
a que un día
un gran llanto precipitado
sepa traducir, comulgar y redimir
el gran laberinto que me niebla
Tobías
La luz, que ingresa por la ventana, mueve el mundo didáctico y emotivo de mi hijo Tobías. Parlan las manos sobre el papel. Nada es tan importante como entender que los sonidos están quietos sobre el agua. Aunque una quiera moverla, alterarla, ella está silenciosa, como abstraída de su entorno. No sabe decirlas, pero intenta, suelta “lenguaradas”, transforma un perro en guau guau. La música de fondo larga destellos de felicidad, de armonía, como si la vida fuese ir de compras de la mano de alguien a quien uno ama.
Comentarios
Volvemos a lo del llanto...seguro serán reivindicadas tus lágrimas. El diluvio pasará. La obnubilación no puede ser eterna.
Un abrazo.