Hay días en que el lenguaje muerde esta boca hasta sangrarme. Es como si la noche de pronto fuese un animal que se presenta ante mí para tocarme los labios con sus dientes de tigre, y me invitara a jugar quién de las dos araña mejor su vida.
Aprender sobre los placeres nocturnos ocasiona que la noche no quiera soltarme. No he aprendido a manejarme en lo nocturno. Quizás lo salvaje que existe en mí aún permanece encerrado, por eso aún no he podido darle batalla a la oscuridad. La noche es un animal que abre y cierre sus fauces dentro de mi corazón, simplemente para tentarme, invitándome al acecho. Mi mejor escudo es el lenguaje que no deja de decirse fuera y dentro de mí.
Comentarios
y verde!
Gracias Javier, Saludos
beso Carry