Caracas, 10 de febrero

“Sé que estoy nuevamente revolviendo en lo peligroso y que debería callarme para mí misma”


La oscuridad me da miedo. Siempre lo obscuro me dio cierto vértigo; tal vez, porque para ingresar en la oscuridad, es necesario no tener miedo. Y mi cuerpo temblaba tan sólo con la llegada de la noche. Existe en mí un miedo mucho más primigenio, que no tiene nombre, por eso nunca aprendí a nombrarlo. No sé de dónde surge, tampoco quizás importe. Él ya existe, es real a pesar de que no pueda verlo. Aunque puedo intentar aproximarme a una idea de su rostro. ¿Cómo será éste miedo en el espejo?
Ese miedo está ligado inevitablemente a ésta noche, que es el lugar donde duerme el cuerpo; y que es también el sitio donde la boca se vuelve llama apagada, para que la palabra descanse, repose en la nocturnidad imposible. Ésta noche es infinitamente mucho más oscura que todas las anteriores. A pesar de que abra los ojos y la mire directamente, una de las dos se revuelca de miedo por la otra. A veces soy yo quien calla y duerme. Y doy vuelta el cuerpo para olvidarla. Hago que cierro los ojos mientras que el corazón estalla dentro de mí. A veces es ella quien se apaga aún más, dejando un manto oscuro donde los ojos pierden todo entendimiento con las sombras. Entonces mi cuerpo también se apaga, dejando el rastro de una voz quieta, que aún no puede pronunciarse. La palabra que insiste en decir lo indecible, también se apaga, dentro de la oscuridad que es mi alma y mi corazón.

Comentarios

Gogo ha dicho que…
"La palabra que insiste en decir lo indecible, también se apaga, dentro de la oscuridad que es mi alma y mi corazón"... los años me han regalado la posibilidad de "ver" cuanto miedo habita en mi, cuanto de mi fuerza son solo aristas de mi miedo enmascarado, tan perfectamente que hasta logro que el payaso en ríe en mi rostro, logre tapar las lagrimas que lo ahogan por dentro...
Me encanto este texto Vero!

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