La luz, que ingresa por la ventana, mueve el mundo didáctico y emotivo de mi hijo Tobías. Parlan las manos sobre el papel. Nada es tan importante como entender que los sonidos están quietos sobre el agua. Aunque una quiera moverla, alterarla, ella está silenciosa, como abstraída de su entorno. No sabe decirlas, pero intenta, suelta “lenguaradas”, transforma un perro en guau guau. La música de fondo larga destellos de felicidad, de armonía, como si la vida fuese ir de compras de la mano de alguien a quien uno ama.
Comentarios
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El laburo y la facu no me dejaron tiempo ni de respirar, sumado a que soy un viejo de mierda quedé al borde del K.O.
Espero que hays podido sacar tu libro (entré como patada de burro y ya me voy) con el prólogo que corresponda...
Cuando me baje un poco la reg... digo, descanse, quizá pueda pegar unos pincelazos de brocha gorda en alguno de tus poemas (como siempre, como debe ser).
Te dejo un abrazo.
Te escribo un mail mejor detallándote algunas cosas sobre el libro y mi vida. Besos!