ii
A vos, padre, te digo: para qué existís si no sos capaz de darme una mano. Para qué estás allí sino sabés auxiliarme. Me dolés en el costado izquierdo, entre pulmón y pulmón. Me dolés como un cuchillo atravesado en la sien. Quedate allí, silencioso, que yo me quedaré de este otro lado.
Tengo mucho por leer, sin embargo, no quiero. Me gustaría sentarme a solas con mí misma y llorarme. Atentamente, mirarme en un espejo. Admirarme por fin.
Comentarios
me tocó
se lee mmm crudo sincero fuerte
saluds !
Un placer conocer el nuevo espacio. Interesante propuesta.
Saludos desde Santiago ...