Antonella Anedda.

Somos mortales mortalmente asustados
temblamos como zorros y perros
convirtiéndonos en la jauría de nosotros mismos.
Basta un sueño inoportuno
y la luz erosiona donde no hay refugio.
Nos desbandamos entre los objetos esperando que sean reales.
Cerramos los ojos con fuerza tratando de dormir en pleno día
diciendo: aquí, y pensando allá
ofreciendo sacrificios mientras movemos muebles
y cortamos con las tijeras los geranios.
De noche estiramos las mesas para los invitados
y desde la madera comenzamos a marchitarnos.
Colocamos con cuidado las servilletas y del lino se elevan demonios.
Girando la cabeza aquí, pensamos: allá
como de verdad sucede a cada persecución
Abrimos ventanas con la excusa del humo. El viento huele a basura
pero es una tregua. El mismo viento en su belleza es una ruina.
La sabiduría nos confunde como la cera.
Nos cuesta respirar
Permanecemos inmóviles
la sangre estalla entre la nuca y la espalda
nos volvemos serpientes
nos limpiamos entrelazándonos.

Traducción: Beatriz Castellary y Maria Grazia Calandrone

Comentarios

Gabriela ha dicho que…
Fua!
oh!
snif!
zas!

i

Anoche (el silencio de la noche) queriendo hacer una historia que fuera sólo una línea recta o una mentira (pero que me diera consuelo) recordé unos versos de Clau Masin "Todas las cosas únicas aterran".

Ahora, los tres primeros versos de este poema. Quizá sea así, cada uno su peor enemigo.

...
Despacio, despacio, que hasta aquí no llegue la prisa
de la muerte. No quiero que venga la primavera,
dijiste, no tengo ropa que ponerme. En las montañas
pareciera que siempre está a punto de desatarse
una tormenta, pero hay una sola tormenta en todo
el invierno. Cuando sucede, salimos los dos
a verla. Te tiemblan las manos como a una niña
pequeña, siempre me pregunté si de alegría
o de miedo. Todas las cosas únicas aterran.
A veces quisiera protegerte, taparte los ojos,
que no adviertas la primera gota
desprendiéndose, inevitable, del cielo. Que no sepas
que por más que hagamos silencio por meses,
por años enteros, acabaremos por decirnos una
u otra palabra, y en ese momento comenzará
a correr el tiempo.


ii

"cerramos los ojos con fuerza tratando de dormir en pleno día
diciendo: aquí, y pensando allá
ofreciendo sacrificios"

"girando la cabeza aquí, pensamos: allá"

Eso es también un poco jugar a la enemiga. Para volver al "aquí y ahora":
rozar la yema de los dedos, yema con yema.
dibujar los propios labios con el indice, apenas rozando, también.
Verónica Cento ha dicho que…
Ajá, veo que extrañás el medio.
Te sorprendió Antonella tanto como a mí.
Se me borró el comentario anterior. Buh! Había escrito mucho. qué lástima.
Quería comentarte que me gusta mucho este poema de Anedda, tiene una música linda, que de repente parece interrumpirse, pero cuánto me gusta ese quiebre, que es como un agolpamiento en la voz...lindo lo de mAsín.

Gracias.
Gabriela ha dicho que…
No extraño al medio. Ni un poco.

A ustedes sí, mucho, a lot.
Javier F. Noya ha dicho que…
Es un bello poema, pero casi una conspiración, o una autoconspiración, es una semblanza del mundo silencioso de la mujer dentro del hogar, muy terrible en realidad, pero muy bello, muy bello, muy bello. Besos.
Pablo Hernández M. ha dicho que…
ja! muy bueno!... algo distinto a lo que te he leído hasta hoy... me gustó mucho

saludos
Verónica Cento ha dicho que…
Pablo, no es mío, es de Antonella Anedda.
mauricio gonzález faila ha dicho que…
Bellísimo y crudo!!!!
Besos Vero!!!

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