Nadie había enseñado al hombre esa complicidad con lo que sucede de noche, pero el cuerpo sabe.

Las cosas corrían un poco, felices fuera de tiempo.

Él no se preguntó si el milagro era el agua que lo encharcaba hasta la saturación o el camión bajo el garaje de lona, o la luz que se evaporaba de la tierra y de la boca iluminada de los perros. Como un hombre que llega, ahí estaba él, exhausto, sin interés ni alegría. Estaba envejecido como si todo lo que pudiese ser dado ya llegase demasiado tarde.

Clarice Lispector

"La manzana en la oscuridad"

Comentarios

Flores de su pena ha dicho que…
Vero, el autor es Maracucho. Sólo conozco este poemario de él, pero bastó para amarlo.
Besitos.
GEORGIA ha dicho que…
un abrazo

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