Ya no
ya no creo en el nombre de este cuerpo
ni en sus diluvios ni en el ropaje amargo
ni en sus periplos por el verbo
ni en sus rostros cenicientos de hermosura
ya no creo en el deseo verbal
ni en las venas abiertas por devorar otro cuerpo
ni en los besos ni en los bordes ni en los límites
de la palabra
sólo creo en esta mujer
que frente al espejo
se observa como quien mira a cualquier desconocido
y se pregunta
dónde está su rostro
porque el del espejo no le pertenece
ya no creo ni en el deseo ni en la mordida
ni en sus diluvios ni en el ropaje amargo
ni en sus periplos por el verbo
ni en sus rostros cenicientos de hermosura
ya no creo en el deseo verbal
ni en las venas abiertas por devorar otro cuerpo
ni en los besos ni en los bordes ni en los límites
de la palabra
sólo creo en esta mujer
que frente al espejo
se observa como quien mira a cualquier desconocido
y se pregunta
dónde está su rostro
porque el del espejo no le pertenece
ya no creo ni en el deseo ni en la mordida
Comentarios
Es bueno pasar nuevamente por acá cerca de las cuatro de la mañana.
Abrazo lagañoso.