Leyendo varias cosas: conociendo a Herta Müller y a Alda Merini, y continuando con el segundo conjunto de crónicas de Clarice Lispector. Sumamente complacida especialmente con Herta. Su prosa posee una belleza fragmentada, porque la narración se constituye a partir de imágenes muy cortas de las que siempre el ojo queda prendado. Yo he quedado prendada hasta la médula.
Tobías
La luz, que ingresa por la ventana, mueve el mundo didáctico y emotivo de mi hijo Tobías. Parlan las manos sobre el papel. Nada es tan importante como entender que los sonidos están quietos sobre el agua. Aunque una quiera moverla, alterarla, ella está silenciosa, como abstraída de su entorno. No sabe decirlas, pero intenta, suelta “lenguaradas”, transforma un perro en guau guau. La música de fondo larga destellos de felicidad, de armonía, como si la vida fuese ir de compras de la mano de alguien a quien uno ama.
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