El infinito en la palma de la mano
Extendió la mano y ella acercó la suya, abierta. Sus palmas se tocaron. Midieron sus manos, brazos y piernas. Examinaron sus similitudes y diferencias. Él la llevó a recorrer el jardín. Se sintió útil, responsable. Le mostró el jaguar, el cimpiés, el mapache, la tortuga. Rieron mucho. Retozaron, contemplaron las nubes rodar y cambiar de forma, escucharon la monótona tonada de los árboles, ensayaron palabras para describir lo innombrable. Él se sabía Adán y la sabía Eva. Ella quería saberlo todo.
Comentarios
sabía que él vivía allí.
Sabía que una casa
era para él
sólo una lápida
que ocultaba sus ansias de monte.
Ella
tenía unos garabatos
encimados sobre líneas
en un papel blanco.
Él
en cambio
ya sabía de tigres,venenos,
machetes y anacondas.
Ella vestía el uniforme
de un High School
que papá pagaba
para simular la monotonía
de una vida llena de indecibles.
Él
en cambio
seguía clavando un techo
y juntando papelitos
en un frasco.
Ella
con sus medias blancas
abusó de su tiempo,
robándole un último orgasmo.
Y nunca le dijo a nadie
que ella
guardaba en un cofre
un cuaderno sepia
con su último cuento.
Pd: Perdón por el comentario suprimido. Eso me pasa por escribir al paso y apurado.
beso
marcelo
Es increíble! en verdad me llevé una super sorpresa con Gioconda Belli. Apenas la conocía y apenas leí las 40 páginas primeras. El libro es hermoso; cada párrafo te sosprende...pura poesía.
Abrazote caribeño
Siempre es un gusto saber de vos. ¡Qué bueno que te guste crear tanto! y lo mejor es que siempre los resultados son muy satisfactorios. Abrazote caribeño, para que no digas que no comparto la playa jejeje
Como sabés, desde hace mucho tiempo, sólo puedo responder con crítica o con devoluciones.
Este no es, según dice en la etiqueta, un poema tuyo; así que, salvo que fuera una invitación al espacio de crítica pública, no tendría que decir, más allá de tu sabia lectura a la hora del recorte.
Entonces centrado en el texto, dejé que la biblioteca, escasa por cierto, se me viniera encima.
Y entonces uno de mis autores favoritos (lo era ya a mis 12 años) Quiroga, donde el ambiente y la naturaleza siempre son personajes de la historia.
Sé que este último párrafo es ocioso, pero vale la pena para la urdimbre no ya de textos sino los mismos autores, como si una antorcha recorriera una y otra vez nuestra literatura.
¿Acaso el Macondo de García Márquez no tiene un tapiz de ambiente asfixiante del Ivararomi de Quiroga?
Todos somos Pier Menard.
Por suerte.
Pd: Este nuevo comentario, en realidad, está motivado porque en otro lado, se hizo una crítica hacia mí por esta vieja costumbre mía de responder con poemas, a la cual se la vé como invasiva. Creo, que no invado, a lo sumo devuelvo.
leí muy poco de ella peo siempre me queda la mandíbula por el piso.
hermoso!
besotes
Abrazos
Gracias por andar paseando por estas orillas...beshitos