Atardece y salgo a la puerta de mi casa a encender las luces. Camino despacio, recortando la distancia que hay entre cada farol, y en un acto casi sagrado, doy luz a la posibilidad de esta noche. De fondo, un cielo rojísimo: tropel que arriba con toda su furia, pero nunca lastima. Estos caballos, mansos como el arroyo, se alimentan de la hierba de mi hogar. Forman parte de este paisaje. Aquí nadie te quita el aliento, salvo la noche. Por momentos, me parece poder oír el diálogo entre los árboles y el frío de esta noche. Escribo con frío, mientras mis manos deliran.
Comentarios
El mundo externo era para ellos una creación del diálogo interno: el querer comprender, poner nombres y delimitar.Sólo al detener esa palabrería podía verse tal cual es.
Supongo que habrá sido como caminar de ojos cerrados.
Tu respuesta nutre más que todo estos balbuceos. Gracias por esta respuesta tan hermosa. Un abrazo.
Mauricio
Ando en una constante búsqueda de una nueva forma de enfrentar nuevos riesgos. Como verás no me es nada sencillo. Besotes.
esta frase es enormeee
"Necesito hacer hablar al cuerpo desde la palabra"
ser palabrera parece fácil pero hacerla salir es el parto de vivificar el cuerpo
cariñazos
Es un gusto verte por acá.
Besotes.