Atardece y salgo a la puerta de mi casa a encender las luces. Camino despacio, recortando la distancia que hay entre cada farol, y en un acto casi sagrado, doy luz a la posibilidad de esta noche. De fondo, un cielo rojísimo: tropel que arriba con toda su furia, pero nunca lastima. Estos caballos, mansos como el arroyo, se alimentan de la hierba de mi hogar. Forman parte de este paisaje. Aquí nadie te quita el aliento, salvo la noche. Por momentos, me parece poder oír el diálogo entre los árboles y el frío de esta noche. Escribo con frío, mientras mis manos deliran.
Comentarios
esta muy lindo
salu
Sabés que este texto proviene de una prosa que hice algunos años. Por cosas de la vida, le corté trozos que creí innecesarios y así lo subí. Esta imagen es la aún hoy me duele al leerla, mejor dicho, al recordarla.
Un beso.
Tenés razón, todo esto se siente antes de escribir, sino no valdría la pena, no? si no existe un sentimiento previo, de dónde surgen las palabras?
un abrazo, niña.
abrazos