Un jardín para Clarice.
No logro tomar otro libro que no sea el tuyo. Clarice, me encerraste en una cárcel, en una gruta donde sólo se oyen tus palabras taladrándome el cuerpo. Me encendiste de forma tormentosa. Ahora sólo quiero apagar tanta pasión, porque no me permito, no, esta pasión no me permite hacer tantas otras cosas que debería organizar en el día. Yo lo intento: me levanto con ganas, pero mientras el día crece delante de mis ojos, la pasión se adormece dentro de mí, palpita lento pero no se apaga. Y ante el intento de tomar otros libros, otros temas, vos, Clarice, inflamás con tus dedos la hoguera; y todo vuelve a retardarse, de manera incómoda e insostenible. Sembraste una semilla hace tiempo y ahora el árbol no ha parado de crecer; sus raíces van acomodándose, en todo el jardín, haciendo espacio, con tal de permanecer en el tiempo. No hacía falta que tomaras el jardín para que tus palabras queden en mí, igual hubiesen permeado en la piel, en los huesos, hasta dejarme todo este frágil esqueleto expuesto al sol. Tibia, Clarice, tus palabras aparentan ser tibias, como ese sol primero que desgasta apenas los ojos al mirarlo, pero no, en el fondo dolés tanto que retardé en tomar conciencia de esta realidad.
No logro tomar otro libro que no lleve tu nombre.
Comentarios
tendremos que aprenderla de memoria?
pero che, estos vicios están fuertes...;)
pero se siente bien...:-)
Es imposible escapar de ella, al menos lo que escribes aqui compañera asi lo demuestra.
Besos!
m10
¿Y ahora?
Ja!