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Mostrando entradas de enero, 2010
26 Las personas, como algunas, son ovillos de sí mismas recogidas del viento. Habitan las casas más profundas. Parece, si vivieran, un ruido de silencio. El rito de las palmas es aún la manera de implorar en lo seco. Es así como la noche nos redime de todo, el lugar más seguro y cercano a la muerte. 34 Bastaría la muerte. La estampida anunciada de la voz al desencuentro. Hundir rostros sin señas posibles a la burla del Dador. Bastaría el desalojo de la piel intacta. Absortos, manchados al fin, en el fondo de nosotros mismos. Para este trozo que me ofrezco cuando nombras el bosque y reímos del nombre tallado como única promesa. Gime quien alcanza la sangre o la medita posible. Bastaría la muerte. 36 Cuando tú y nosotros de esta casa, miramos alto árbol, polvo a germinar, celebran nuestros hijos el acto de vivir. Salva la tierra de quebrarlos por dentro. Yolanda Pantin. Casa o Lobo . Poeta Venezolana.

Roberto Juarroz

Nadie posee nada. Para poseer algo es preciso desnudarlo, apoderarse de su centro y tener un espacio donde protegerlo. Nadie puede, para poseer una rosa, desvestirla de sus pétalos y retener su fragancia. Las manos del hombre son siempre manos vacías. Tal vez nuestro ejercicio fundamental consista en aprender a amar y escribir con las manos vacías. Roberto Juarroz. Poesía vertical II: Casi poesía. N°69

Esto somos

esto somos fuegos tristes playas desiertas bocas grandes e inertes que hablan de la muerte que viene de noche eso fuimos puñado de relojes rotos detenidos en primavera grietas del tiempo mientras el mar observa desde un fondo solo y apagado e interroga a estos senos que hablan lenguas de otro tiempo que precisan el dolor y el miedo de estar varados en orillas desconocidas hablan del espanto de escribir sobre la arena y que el agua borre y transfigure los recuerdos hablan desde ésta oscuridad que existe en mis ojos y en los tuyos y que parpadea
temer a ese sonido de lengua que viene de lejos de una noche no conocida por este cuerpo temer pronunciar su nombre como si hacerlo fuese traerte nuevamente a este cuarto solo y enfrentarte pero en el instante en que la boca hable sabré con certeza que ese encuentro no habrá servido de nada y que los sueños sólo sirven para ahogarnos en acciones imposibles temer por fin a esta soledad huraña que no se cansa en tejer y destejer recuerdos hecho de arena corriendo por mis manos temer a esas palabras que no dijimos porque nunca propiciamos otro encuentro temer a ese sonido de agua que suena en este oído como si trajera restos de un naufragio algún día tu mano golpeará esta puerta y preguntará por mí

Una playa sin fin-Hanni Ossott

A Valentin Flameric Ossott , por los poemas que quiere escribir Sí, habría que escribirlo así, elevado, devoto, casi total si fuese posible, un gran poema. Pero hay interrupciones, los ruidos de la casa, la respiración del marido. El gato. Y allí entraría sobre todo el mar convulso él, alto, encrespado golpeando playa y costa, insaciable y el ardor, los cangrejos, siempre arrepentidos. La culpa. Lo echado a perder, las cosas rotas. Ese gran poema que lo contuviera todo. Los vientos. La melancolía. El arrastre. Las largas noches. Una enumeración de estados. Fiebres. Calores. Y habría miradas que cruzan palabras para detenerlas. Ojos fijos, casi silentes , propios. Hablaría de la mentira la casi insostenible mentira, al ras. Expresaría lo i

La carnicería, Charles Simic

A veces caminando en la noche, tarde me detengo ante la carnicería cerrada. Hay una sola luz en el negocio como la que usa el preso para cavar su túnel. Un delantal cuelga de un gancho: la sangre le untó un mapa de los grandes continentes de la sangre; los grandes ríos y océanos de la sangre. Ahí están los cuchillos que brillan como altares en una iglesia oscura donde traen al lisiado y al imbécil para sanarlos. Ahí está la tabla de madera donde se rompen los huesos, y se pelan a fondo —el río disecado hasta su cauce donde me alimentan, donde en lo profundo de la noche escucho una voz.